Para ello el material empleado debía ser piedra
fundamentalmente, aunque no se renunció a otro materiales. Otra condición ideal era que el templo
debía estar abovedado. Esto era por dos razones: la primera,
por dar mayor relevancia simbólica al edificio y otra,
más práctica, para evitar los incendios que los
techos de madera sufrían con cierta frecuencia.
El templo tipo de la arquitectura románica:
Naves y transepto
Un templo románico es un edificio
de piedra labrada orientado con la cabecera al este con una o
varias naves longitudinales que podían tener otras atravesadas . En ocasiones, la fachada occidental estaba precedida de un nártex o antesala
abovedada monumental.
Cabecera
La cabecera es la parte más noble de los
edificios románicos puesto que es el lugar donde se ubica
el altar. De forma invariable en el románico y en otras
arquitecturas medievales, la cabecera se encuentra en el extremo
oriental de la iglesia.
Cimborrio
Sobre el crucero (intersección del transepto
con la nave central) se solía levantar un cimborrio o torre-linterna con ventanales para iluminar
el interior.
Campanarios románicos: torres y espadañas
También era frecuente la construcción
de parejas de torres campanario pareadas flanqueando la fachada o torres
únicas en un costado del templo.
Fachadas y portadas
Las puertas monumentales o portadas ornamentadas
mediante sucesivas arquivoltas abocinadas que apoyaban sobre columnas
se abrían normalmente en el muro occidental o meridional
o en ambos.
En el caso de catedrales y monasterios se adosaban
otros espacios y dependencias para la vida monacal: claustro,
sala capitular, refectorio, etc.
En estos casos el claustro se convertía en
el núcleo de estas dependencias y con él se comunicaban
mediante puertas.
El claustro románico suele tener forma cuadrada
delimitada por galerías con arquerías soportadas
por columnas.
Piedra de sillería o sillar
Sillarejo
Mampuesto
Plantas de cruz latina
Plantas circulares o poligonales
Planta de cruz griega